

“La historia de un lobo y de un empate, difícil de contar”
A ver… 4’: centro de Sperdutti que nadie capitaliza al arco; 6’: Jaime ensaya un remate apenas arriba del travesaño; 18’: tras un córner Jorge Juárez le da de lleno a una pelota, que finalmente se va muy cerca (si quieren, consideremos jugadas de categoría B, u aproximaciones). Y en cuanto a jugadas de “casi gol” y muy puntuales, apuntamos el cabezazo bombeado de Ortigoza, buscando colocarla por arriba del cuerpo del arquero Aracena, quién a lo “Superman”, cacheteó al córner ( 20’).¿ Quieren más de las jugadas de categoría A? veamos… 38’: Sperdutti recibe solo de Diego López, define abajo, pero un defensor rechaza una pelota con destino de gol.
Y ya en el segundo período, a los 10’, habilitación de González que deja mano a mano al ingresado “Fecundo” Suárez, quién abre el pie derecho, balancea el cuerpo a su izquierda, y con el arquero ya recostado, define abajo, permitiendo que Aracena ahogara el grito de gol. Fue sin dudas la jugada del partido, la chance más clara que no pudo ser y paremos el “tape” imaginario, para la primera reflexión de esta cronología de un empate final en un gol por bando, que dejaría diversas sensaciones para ambos: Gimnasia siempre estuvo más cerca del triunfo, que la de un empate inédito y enigmático en términos estrictamente futbolístico.
Porque aún no podemos sacarnos de la retina, las secuencias de una trama que dejó perplejo a un equipo jujeño, que había hecho todo el gasto y los méritos suficientes para quedarse con la victoria. Sino como se explica el cambio abrupto de un trámite absolutamente favorable de nuestro representativo, cuando- sin haber hecho nada en lo absoluto- Independiente Rivadavia, se encontró “sin querer queriendo” en ventaja, con aquel gol de Asenjo para el 1 a 0, que nadie esperaba remotamente. Durante la semana, el discurso mendocino fue siempre de “jugaremos una final en Jujuy”. Con todo respeto pero ¿así se juega una final, con esa medianía manifiesta? aunque tampoco esperábamos ver a un equipo visitante de “carapintada”.
Definitivamente, entendemos que para ganar una final, hay que querer, saber y poder; y sobre todo: las finales no se juegan ¡ se ganan!. De todos modos el cimbronazo sicológico y casi anímico, no fue algo que pasó a lo emocional, ya que Gimnasia pudo ubicarse en el tiempo y espacio debido. Fue así que a los 34’, la señora justicia se hizo presente en el coliseo de Gimnasia, cuando Gonzalo Lencina ante centro de Antúnez, metió un cabezazo “misilístico”, estableciendo la paridad en uno. La casa estaba en orden, y el lobo hambriento iba por más, pero lo ahogó el reloj y solo un empate fue el corolario de un encuentro muy peculiar.
Pese al calor reinante, que fue una de las variables a tener en cuenta en el balance final, Gimnasia había tenido buenos pasajes de fútbol, refrendado por las situaciones ya expuestas.
38 puntos son el aval del equipo albiceleste, para continuar en la lucha, por entrar al reducido. El viernes esta historia continuará en Rafaela. Así son las cosas, con este lobo del cuento.
Por: Daniel Colqui.